En Summer in Maine, evocando las estancias estivales del pintor y su círculo, se reunieron ejemplos de dos de los principales géneros de su producción: el retrato y el paisaje. Desde los 60, Katz ha desarrollado un innovador estilo realista que le distingue de sus contemporáneos por su simplicidad de línea, forma y color. Son sujetos recurrentes de sus composiciones, generalmente en lienzos de gran formato, tanto las personas como los paisajes más cercanos al pintor: por un lado, sus familiares y amigos, por otro su entorno más inmediato en el Soho neoyorquino o en los espacios naturales de la zona costera de Maine.
Alex Katz encontró su lugar en la escena artística norteamericana a finales de la década de los 50 con una estética que reaccionaba ante el predominio del Expresionismo Abstracto y anticipaba el Pop Art, conciliando la abstracción y el realismo de posguerra en un estilo figurativo que definió como “totalmente americano”. Del primer movimiento le interesaron el gran formato y el énfasis en la superficie plana del cuadro, del segundo la influencia de los nuevos medios de comunicación, el uso de colores planos y brillantes y la preferencia por escenas de la vida cotidiana aparentemente intrascendentes, pero frente al grafismo opta por la exploración de la luz como elemento modulador de la superficie pictórica. Su interés por las manifestaciones creativas de la cultura de masas (el cine, la publicidad, el cómic, la fotografía) le aproximan a la sensibilidad plástica de artistas más jóvenes.
Desde sus inicios como pintor, ha preferido el retrato como modelo expresivo, consiguiendo que sus personajes - especialmente las figuras femeninas - se hayan convertido en verdaderos símbolos contemporáneos. Katz realiza una personal lectura del género, ya que su objetivo no es una representación fidedigna de los rasgos físicos o el estudio psicológico del retratado. Pintados del natural en una sola sesión, a pesar de sus amplias dimensiones nos resultan profundamente íntimos, el personaje mira al espectador o bien se gira para darle la espalda en un recurso casual de acostumbrada familiaridad que caracteriza su interpretación de la cotidianeidad de estas escenas.