En estas obras confluyen diferentes ejes temporales: el pasado es proyectado hacia el presente a través de la memoria del propio artista y las fotografías a partir de las que pinta. En el enfoque del artista en aspectos elementales universales, tanto los escenarios domésticos - donde las figuras desarrollan acciones cotidianas y gestos rutinarios - como los paisajes podrían pertenecer a otra época, e incluso a otros emplazamientos distintos a los del país del autor. Las imágenes que propone representan momentos comunes, como los días corrientes que dan título a la muestra y a dos de las obras incluidas en la misma.
El pintor a menudo usa arpillera como soporte para el óleo, material fibroso y resistente que le fuerza a aplicar el pigmento con pinceladas meditadas, moviéndose lentamente como si ascendiera por una vereda irregular o empinada. Este proceso calmado e introspectivo encaja con su empleo de colores apagados, predominantemente dos primarios, matices complementarios de rojo y verde, que aportan armonía y serenidad a la obra. Le interesa el cambio tonal, la profundidad y las formas en las que los colores filtrados por la memoria establecen una conexión emocional entre la figura y el paisaje.
Las composiciones de Xiao se estructuran mediante un cuidado contraste entre luz y sombra, planos de color a veces punteados por tonos intensos, formas geométricas con tendencia a la abstracción y perspectivas ligeramente imprecisas. Sus figuras se muestran sólidas al igual que los contornos angulosos de su entorno, pero se trata de personajes aislados, sin rostro o que esquivan la mirada mientras soplan rachas de viento o la niebla va cubriendo el horizonte crepuscular.