La obra de Alex Katz es difícil de catalogar, existiendo en ella influencias de diferentes tendencias. Fue contemporáneo de los pintores de la segunda generación de la abstracción norteamericana, pudiéndose ver en su obra la influencia del “action painting”, como se demuestra, por ejemplo, en el uso del gran formato. Por otra parte, su fidelidad a la figuración objetiva, provocó que muchos críticos lo considerasen, a principios de los sesenta y coincidiendo con la eclosión del arte pop, como uno de los más ingeniosos precursores de este movimiento.
La obra de Katz no se deja enmarcar en ninguno de los movimientos definidos de la segunda mitad del siglo XX, siendo el verdadero elemento común de su pintura la simplicidad y su aparente ingenuidad, que sirven para esconder la gran complejidad de ésta.
La pintura de Alex Katz se caracteriza por su superficie pulida donde resulta casi imposible percibir la más mínima huella de materia pictórica. Para alcanzar esta cualidad, sigue un complejo proceso de ejecución, que hemos querido ilustrar, para lo cual la exposición incluye también un óleo sobre lienzo, junto con su boceto e dibujo preparativos. En algunos aspectos, recuerda las técnicas de la pintura al fresco. En primer lugar, Katz realiza minuciosos bocetos del natural con los modelos presentes; no son más que una serie de estudios, en los cuales anota todos los aspectos cromáticos y luminosos que desarrollará más adelante. Luego hace un dibujo con el tamaño definitivo, perfora todas sus líneas, lo coloca sobre el lienzo y espolvorea pigmento de siena tostado; con este curioso procedimiento consigue de una vez el contorno de la composición.